martes, 18 de mayo de 2010

USINA DE TALENTOS - INSTITUTO SUPERIOR DE ARTE DEL TEATRO COLON


FALTAN SOLO 6 DIAS PARA LA REAPERTURA......


La Nación Revista Domingo 16 de mayo de 2010 Publicado en edición impresa
Extra Bicentenario / Teatro Colón / Nota II


Hacia una nueva usina de talentos


Mientras espera la hora de volver a casa, el Instituto Superior de Arte cumple 50 años y busca renovarse
No es verosímil. Esas voces no parecen las de jóvenes que se preparan para ser… vendedores de comercio. Pero en el Instituto Superior de Viajantes nadie se sorprende de las cosas que suceden en sus aulas. Como "hogar sustituto" de futuros cantantes, directores musicales, régisseurs y caracterizadores, en el edificio de la calle Combate de los Pozos al 100 ya saben qué esperar de las jornadas en las que, a contraturno de los dueños de casa, trabajan las futuras estrellas del Teatro Colón.
Además de mucha dedicación, disciplina, constancia, estudio y pasión -claro-, los alumnos del Instituto Superior de Arte (ISA), semillero esencial que está cumpliendo 50 años de historia, necesitan aquí una cuota importante de imaginación para componer personajes y desarrollar acciones. Sencillamente porque mientras permanecen en su exilio extramuros, cuentan con los mismos recursos que en un salón donde se imparte inglés, literatura o matemática. No obstante, logran momentos mágicos. Prueba N° 1: Betty Gambartés, flamante directora de la carrera de Régie, da clases de práctica escénica de canto a alumnos de primer año. La demanda es alta, porque la docente tiene el confeso "don" de aburrirse muy rápido. ¿Y acaso hay mayor pecado para un artista que aburrir a su público? Dos estudiantes, Juan Pablo Labourdette y Tamara Pepe, como Figaro y Susana, buscarán representar el dúo de Las bodas…, de Mozart. Gambartés los sitúa: "La habitación está en un estado deplorable. Meter la cama aquí es una dificultad. ¿Qué trabajamos?", abre el juego mientras confecciona una desprolija torre con sillas, mochilas y abrigos para completar el conflicto. Barítono y soprano irán buscando cómo moverse y representar, mucho más que con sus voces, un fragmento de esta ópera bufa. "No veo en el canto tu interés de interpelarlo", la estimula a ella, que echa mano a un gorro tejido made in la Puna en vez de a una ideal capelina y se mira embelesada sobre la pared blanca y desnuda, suponiendo allí un espejo. "Y a vos, parece que YouTube no te aportó ninguna idea nueva, porque el espacio no está resuelto", se ríe con él, que minutos antes había alardeado de unos hallazgos hechos en la Web, mientras medía con una típica regla escolar de 20 centímetros el ancho del salón para acompañar al famoso "Cinque… dieci" del texto en italiano. Prueba N°2: un tenor en sus inicios, a solas con un pupitre y su aria, la de Nemorino, en L´elisir d´amore . La maestra lo ayuda a repensar el significado de cada palabra y se presta a ser su Adina. Entonces Santiago Vallderini la toma de la mano, se pierde en el enamoramiento y, sí, canta mejor. Más tarde, contará que empezó a los 10 años, que primero hizo la carrera de pianista y que, a los 19, arrancó con clases particulares que le hicieron dar en el clavo con su gusto por la lírica. Ahora, con 26, este musicoterapeuta egresado de la UBA acaba de dejar el trabajo que realizaba con adictos en una fundación que dependía del Hospital Italiano para estar más concentrado en el canto. No es para menos: en diciembre último dio el gran paso, superó el difícil examen de admisión al ISA y, con eso, se convirtió en uno de las pocas promesas de la ópera a las que, por su formación, podrían prestarle atención aquí y en el mundo. "Esta es la puerta de entrada y siempre fue una gran vidriera. En los últimos años, tal vez estuvo mal nombrado, pero ahora todos sienten que hay una renovación. Con Rozita [Zozoulia] tomaba clases de repertorio antes de entrar acá. Esa es otra ventaja: en el instituto tenemos profesores que por fuera es muy difícil pagar", se explaya el joven, que tuvo en 2009 su bautismo escénico en Amelia al ballo y La viuda alegre, en el Avenida.
Video: a la caza de nuevos talentos
Nuevos rumbos
Rozita Zozoulia es la pianista rusa en cuestión y flamante directora de la carrera de Canto. Como Gambartés, asumió en marzo por designación del músico Eduardo Ihidoype, nombrado directamente por el responsable máximo del Teatro Colón, Pedro Pablo García Caffi, director del Instituto Superior de Arte. Ellos tres reciben a LN R en el colegio de viajantes este lunes al mediodía, porque el cuarto integrante de este equipo directivo que está haciendo su debut, la maestra rusa Tatiana Fesenko, dirige la carrera de Danza en otro "hogar sustituto" a una hora de viaje del centro. Pero ése es otro capítulo.
Ex director ejecutivo e integrante de la Orquesta Filarmónica en la fila de los clarinetes, Ihidoype se pone al frente de una gestión que le resulta un desafío. Los programas de estudio vigentes tienen muchos años, la relación entre los futuros artistas, el teatro y sus elencos estables no ha sido últimamente muy fluida y, claro está, empezar una etapa de renovación puertas afuera no es el mejor de los inicios. Pero el hombre está entusiasmado: "Este año lo tomaremos para comenzar el cambio, para evaluar todos los aspectos y modificar lo que haga falta en 2011". Tampoco entonces estarán listas las nuevas instalaciones en los subsuelos del teatro, que según Ihidoype serán de uso exclusivo y con mayores comodidades que las anteriores. Por eso, en las próximas vacaciones de invierno, el ISA tiene previsto mudarse a un edificio de Viamonte y Paraná, actualmente en refacciones, en el que permanecerá, al menos, un par de años más. Estar cerca de casa, si no muy bueno, será mucho mejor. "Los alumnos tienen que tener libre acceso a todas las actividades del teatro, poder ver funciones, ensayos generales, estar y observar cómo se trabaja en la vida real", enfatiza un punto de retorno importante de destacar. Asemejarse a esas instituciones que en el mundo preparan artistas con cierto dinamismo en sus programas, como la academia de La Scala, es otro interesante objetivo que marca el director.
"Yo, que soy ex alumna, sé del valor que significa que el instituto esté dentro del teatro, porque es una convivencia que nos enriquece", valora Gambartés, que aun sintiéndose "como un expatriado" se entrega al trabajo con el cuerpo, la cabeza y la emoción para seguir adelante. "Nuestro fin es dar y despertar, provocar el entusiasmo de ir creando artes vivas, cuando la ópera, y también el ballet, tienden a la cosa estática, de no renovación. Creo que Verdi, Puccini o Monteverdi siguen cuestionándonos. Esa relectura debe ser creativa, sin copia, con lo que la tradición trae, sí, pero con nuevas miradas."
Si a la hora de las fotos, Zozoulia quiso transmitir rigurosidad, ahora la mujer escucha con atención y asiente: "Es verdad, estoy preocupada, pero no locamente, sino seriamente preocupada. Me gustó la palabra diagnóstico: eso es lo que estoy haciendo. Y es muy temprano para decir algo. Me gusta la disciplina, que la gente cumpla, que amen trabajar. Hace cien años, Ana Pavlova decía: «Nadie puede llegar a la cima armado sólo de talento. Dios da el talento; el trabajo transforma el talento en genio»; con esa frase trato de guiar mi vida. Conocer a la gente, sus alegrías, sus problemas, y no apurarse; hacer las cosas activamente, pero bien. No sé hacer muchas cosas bien, pero algunas sí. Pocas, pero bien".
Capítulo dos: con los pies estirados
Son las ocho de la mañana en la escuela municipal Jorge Donn, en Villa Luro, un establecimiento que conjuga la formación en danzas con el bachillerato. A esta hora son los "muchachitos" y "señoritas" del ISA los que pueblan las aulas con pisos de madera y espejos y pianos. Desde el año pasado, cuando los cursos de la carrera de Danza llegaron aquí tras escalas menos felices y más incómodas, en este edificio se da otra convivencia.
Rina Valver abre la puerta del angosto salón, saluda, cálida, y les sugiere a sus "chiquitos" una reverencia de bienvenida. Tienen 12 años, van por el segundo de la carrera y, aunque tal vez ahora no lo noten, están recibiendo los secretos mejor guardados del ballet de parte de esta señora que, tras un cuarto de siglo en actividad, en días estará jubilada.
-"La manito linda, no como manopla, por favor", advierte Rina.
Durante la hora y media siguiente, habrá quienes disfruten más repitiendo la rutina de la barra que dando saltos en el centro del salón. Pero al final, antes de que Guillermina, la preceptora que, después de dos décadas en esto se siente un poco mamá de estos chicos tan sensibles, los venga a buscar para ir a la prueba de francés, todos tendrán una historia muy parecida para contar. Porque tanto Abril Lukac como Ingrid Molea, que viven en Tigre y Rafael Calzada, empiezan el día a las 6, cuando, inclemente, el despertador las saca de la cama. Tras el viaje y las horas de estudio en el ISA versión Villa Luro, algunos comerán a las apuradas y otros recurrirán a un almuerzo portátil en el colectivo de trayecto a la escuela donde terminan la primaria. Si corresponde -reconocen que sucede a menudo- pedirán disculpas por la llegada tarde. Y cuando entre las 17 y 18 suene el timbre, para ellos tampoco habrá recreo: otra vez a las corridas, merienda de por medio, ellas volverán a convertirse en seres rosados de pies a rodetes y ellos se pondrán las calzas, para tomar sus clases particulares. "Sí, son necesarias", acuerdan en la conversación que mantienen entre todos con la cola en el piso. Sólo el relato de una jornada completa los deja agotados. ¡Y eso que recién estamos a mitad de semana! "El año pasado, cuando hicimos las funciones de Don Quijote y Cascanueces, a veces terminábamos a las doce la noche", cuenta Luciano Perotto, que como vive "cerca del Obelisco", invitaba a dormir a Rodrigo Fredes para ahorrarle el viaje de vuelta a su casa en Isidro Casanova.
-¿Y qué hacen los domingos?
La pregunta genera un torbellino de ideas. Jugar, dormir, pasear, ver amigos… No les alcanza el día para resolver sus asuntos pendientes con el niño que son, pero acuerdan, que en algún momento de ese particular día de descanso tendrán que hacer la tarea.
En el salón vecino, Tatiana Fesenko, que hasta asumir su nuevo rol directivo era maestra ensayista y suerte de ángel de la guarda del Ballet Estable, se ocupa de dar las clases de octavo año y perfeccionamiento.
Su historia merece un párrafo aparte. Formada en la Academia Coreográfica Vaganova de San Petersburgo, ingresó por concurso con Mikhail Baryshnikov, con quien compartió a la hora del egreso el honor de los mejores alumnos de su promoción. Fue maestra en el Kirov y en el conservatorio, terminada su vida de primera bailarina en la ópera de su ciudad, y hace ya 15 años se radicó en la Argentina, en Rosario, de donde va y viene todavía dos veces por semana. "Chicas y chicos quieren aprender muchas cosas, entonces como siempre trabajamos con placer, con el corazón. Siempre pienso que disciplina es amor", dice en un castellano que se entiende mejor con ademanes y sonrisas.
Puede ser que con las obras edilicias y los vaivenes de los últimos años haya camadas de artistas formados en el Instituto Superior de Arte que egresen sin haber respirado ni un poco de Colón. Y esa es una pena grande. Puede ser también que, de todas formas, logren con su título todavía bien cotizado hacerse un camino, aquí o afuera, como el que lograron grandes alumnos de la casa: de Maximiliano Guerra a Paloma Herrera, de José Cura a Virginia Tola, de Hugo de Ana a Rubén Schumacher. Y puede ser, además, que con ilusión (esa varita mágica que estos chicos parecerían tener guardada en un bolsillo imaginario) puedan ser parte de una transformación que mantenga viva las bases que Alberto Ginastera, Enrique Sivieri y Michel Borovsky sentaron en 1960 y representen, a la vez, el espíritu de hoy.
Por Constanza Bertolini
revista@lanacion.com.ar
EN CARRERA Caracterización
Especialización que permite conocer la aplicación de técnicas de maquillaje, implante y peluquería teatral, para adaptar la fisonomía de actores y cantates a los requerimientos de la propuesta escénica. La carrera dura dos años, está supervisada por la directora de Régie, y actualmente cuenta con 40 alumnos, de entre 18 y 40 años.
Regie
Son solamente 15 estudiantes (edad mínima de ingreso, 22 años) los que actualmente cursan esta nueva carrera "de síntesis" que prepara directores de escena.
Dirección musical de ópera
Hace cincuenta años que el ISA cuenta con este curso de tres años que proporciona a pianistas conocimientos avanzados en instrumentación y análisis musical, además de intensivas prácticas de repertorio. Solamente tiene hoy seis estudiantes en carrera.
Academia orquestal
En pleno proceso de admisión, prevé una formación de dos años, focalizada en clases de instrumento. Un modelo inspirado en la Orquesta Filarmónica de Berlín, la Casa de la Opera de Zurich y la de la Orquesta Sinfónica del Estado de San Pablo.
Danza
Entre los 8 y los 11, las niñas, y los 9 y los 12, los niños, se ingresa a la carrera de ocho años de duración (más uno de perfeccionamiento), que forma bailarines de excelencia. Actualmente, son 85 los jóvenes que están en proceso de formación, el 76 %, mujeres.
Canto
Entre los 18 y 32, para ellas, y entre los 18 y 34, para ellos, se puede comenzar la formación en esta materia. El curso se completa tras cuatro años (más uno de perfeccionamiento). Entre un 60 y un 40 por ciento, mujeres y hombres, respectivamente, se reparte actualmente la conformación por sexo del alumnado (en total 52, estudiantes).

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